11/3/13

Alimentación básica

Alimentación básica (ler en Galego)

No cabe la menor duda de que el peso fundamental en la alimentación humana hasta finales del siglo XIX, recaía sobre los cereales, en una sociedad como la rural ello suponía estar supeditado al ritmo variable de las cosechas.
Asegurar alimento para todos los miembros de la familia constituía una de las principales preocupaciones cotidianas para el campesino gallego, en aquella época las familias solían ser muy abundantes, había muchas bocas que mantener.


Los campesinos del rural gallego tenían un estomago “muy flexible”, fruto de las variaciones en el régimen de comidas, según palabras de Pegerto Saavedra: “O estomago de labrego era como un acordeón estirábase o encollíase con facilidade”.
Además de los cereales el labriego consume una serie de alimentos complementarios, entre los que destaca la carne de cerdo.
El carácter “democrático” de este animal, no había casa en la que no se cebase un cerdo, y el alto promedio de ganado porcino en las aldeas, dan prueba de la importancia de esta fuente de alimento para el campesino gallego, (aún hoy día es rara la casa donde no se cebe al menos un cerdo cada año).
Tocinos y untos constituían junto a otros “menudos” un suplemento de alimento graso que enriquecía una dieta compuesta mayormente por hidratos de carbono.


El cerdo era y es un animal altamente rentable para el campesino y una inestimable fuente de alimento ya que de él se aprovecha prácticamente todo incluida la sangre para hacer filloas, o el sebo y la grasa, usados para adobar y freír alimentos.
El ganado lanar estaba muy extendido en el rural lucense, no obstante la carne de carnero o cordero no formaba parte de la dieta diaria del campesino ya que por lo general este ganado se reservaba a la producción de leche o lana, siendo sacrificado en ocasiones especiales, como ofrendas y pitanzas en los funerales, banquetes de boda o fiestas patronales.
Este tipo de carne solía ser consumida con mayor asiduidad por las clases pudientes: ”hidalgos y párrocos adornan sus mesas con algún que otro carnero procedente de las rentas y ofrendas pagadas por los campesinos”.
En lo que respecta a las aves la mayoría son destinadas a “engordar o cebar capones”, con el fin de pagar las rentas a la iglesia o a los hidalgos dueños de las tierras arrendadas, alguno se queda en casa reservado para consumir en días señalados, a excepción de la gallina de la que se obtienen los huevos y después es aprovechada toda ella para caldos o guisos.
Otro alimento sin parangón en el rural gallego es el caldo, elaborado generalmente con berzas, habas, nabizas y algún que otro condimento más, formaba parte entonces y aún hoy muy importante de la dieta diaria y la inmensa mayoría de los días constituía plato único.
Según A. Vicenti la comida del medio día del labriego solía reducirse a “caldo de berzas, patatas y habas”, condimentado en el caso de los ricos por una escasa ración de tocino rancio y en el caso de los pobres con la desabrida grasa del unto.


En las huertas del interior lucense reinan las berzas y las nabizas.
Con la introducción de la patata en la segunda mitad del siglo XVIII los campesinos cuentan con un nuevo ingrediente para sus caldos y potajes, así como con un gran complemento alimenticio y sustitutivo del pan y de la hasta entonces reina “quita hambre” la castaña.
Una vez que se superó el inicial rechazo a la patata y se perfeccionó la forma de prepararla, la patata ha llegado a constituir el producto con mayor presencia en la mesa labriega.
En cuanto a las bebidas la principal de la época era el agua, el consumo diario de vino era casi imposible para la economía campesina resultaba caro por lo que solo aparecía a diario en casas de cierto nivel adquisitivo.


Aunque existía tráfico de vino en la zona procedente casi en su totalidad del Ribeiro, este estaba destinado mayoritariamente a abastecer a las tabernas.
En los siglos XVII-XVIII bebidas como el chocolate, el té o el café, solamente son consumidas por la hidalguía y el clero.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hoy como ayer la iglesia sigue sangrando al pueblo.
ayer lo hacian con el miedo, hoy con el beneplacito del gobierno

XULIA dijo...

Xa o din os refráns, que son glotóns: "Fraile convidado bota o paso longo", ou "Ao fraile e ao porquiño non hai máis que ensinarlle o camiño" Outros tamén inciden en que os curas ademais de limosnas buscan outras aventuras, a súa libertinaxe é unha mina inagotable: "Fraile que pide pan, toma carne se lla dan" "Ao cura non lle fagas a cama, nin lle des a túa muller por ama" "O cura que non ten na casa quen lle dé pena, crava os ollos na axena" "Vivir xunto ao cura é gran locura" (avisa aos casados)
E que me dicides de: "Na casa do cura sempre hai fartura" "Quen ten un cura na casa, fame non pasa"

Anónimo dijo...

Hermosa pàgina, soy Argentina, pero mi Padre era Galego, esta informaciòn me enseña como habràn vivido meus Avòs y meus Bisabuelos, que eran Labregos, gente sacrifica, sufrida, y siempre con la "pata" encima ...de la Iglesia.Pata, nosotros le decimos al pie, se dice pie, pero en lenguaje familiar, a veces le decimos Pata.
Lo felicito, por esta explicaciòn y desde ahora, serè una màs que visite asiduamente la pàgina.
Moitas Grazas.edith.-

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