Ritual da morte (Ler en Galego)
Si hay algo que ha perseguido al ser humano desde tiempos inmemoriales es el conocimiento y la seguridad de que va a morir.
La certidumbre de la muerte ha hecho mella en todas las culturas: ritos, premoniciones, la creencia en otra vida y por supuesto en la reencarnación.
Hay tantas premoniciones de muerte como aldeas en Galicia, dicen que son señales de muerte:
-Vuelos y cantos de lechuzas, cuervos...
-Perros que aúllan como lobos.
-Oír cantar a una gallina como si fuese un gallo, y así hasta el infinito.
Poco a poco se han ido perdiendo buena parte de las complejidades simbólicas que rodeaban a la muerte: vestir de negro, tocar las campanas de la iglesia de la parroquia para avisar del fallecimiento, rezar el novenario, es decir, echar 9 misas por el difunto un tiempo después, etc.
Todo lo
relacionado con la muerte cada vez se convierte en un acontecimiento más
privado.
En Millares la mayoría de
la gente ya no viste de luto, reprime los llantos y vive la experiencia de la
desaparición de un ser querido en silencio.
En las ciudades gallegas casi
no hay pautas de "celebrar" la muerte en grupo. Pero en los pueblos una práctica aún viva es el velatorio.
En cuanto se produce una defunción todos los familiares y vecinos se movilizan para que no dejar ni un momento
sola a la familia.
El velatorio contribuye a la normalización de las tensiones
creadas en el grupo, causadas por la ruptura de lo cotidiano que produce la
experiencia de una defunción.
El primer objetivo del velatorio además de
acompañar a los parientes del muerto es entretenerlos para reducir su
padecimiento.
Lo fundamental para eso es hablar sin cesar. Se trata de superar
el miedo que la muerte espabila mediante una estrategia de distracción.
También había la tradición de rezar el rosario, por la tarde los días anteriores
al entierro en casa del muerto, hoy lo más frecuente es rezarlo en la iglesia
parroquial o en el tanatorio.
Recordamos que en Millares el
rosario lo rezaba una señora del pueblo y decía la letanía en latín, parece que
estamos oyéndola decir (Kyrie eléison,
Christe eléison ... Mater puríssima.
Ora pro nobis Mater castíssima. Ora pro nobis ...
etc).
Hoy en
día el rosario lo reza el cura y el latín pasó a la historia.
Otro factor que
no faltaba eran los banquetes fúnebres, donde comían los parientes del difunto
que venían hasta la casa para el entierro.
Otra tradición que está en vías de desaparición es el lenguaje de la campana, lenguaje ancestral, que evitaba a los lugareños tener que preguntar que había sucedido
Se avisaba de un fallecimiento tocando las campanas de la parroquia, había diferencias si quien moría era una
mujer o un hombre.
Dependiendo de uno o de otro se tocaban de diferente forma
(en número de toques, tres para los hombres y dos para las mujeres) para que la gente tuviera una "idea" de lo que había
pasado. Antiguamente en los entierros se daban ofrendas (pan, vino, etc) en la
iglesia.
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